Peregrinación a las Fuentes.
En este año de Capítulos donde el lema «Juntas, llevemos al mundo el fuego del amor y la esperanza» forma parte de nuestro hacer diario, hemos podido realizar una Peregrinación a las Fuentes, con jóvenes, a los lugares donde Ana María forjó nuestras raíces. Esperemos que pueda ser la primera de muchas otras y mantener, así, apasionadamente, el deseo de continuar lo que en ella comenzó.
Fueron cinco días intensos, llenos de emociones y buenos momentos. Dejando que sean sus palabras las que nos den más detalles, simplemente, ordenar el itinerario seguido entre el 22 y el 26 de julio.
El lunes 22, nos poníamos ¡en marcha! directos a Chamblanc, lugar que vio crecer a Nanette, nuestra Ana Javouhey. Llegamos algo pasadas las diez y nos esperaba una calurosa acogida de la Comunidad, presente en la Casa de Ana María, representada en la Hermana Marie Pierre.
El martes 23, de la mano de otra Hermana de la Comunidad nos situamos en lo que los Javouhey pudieron haber vivido en este hogar familiar lleno de anécdotas que no pueden dejar indiferente a nadie.
El miércoles 24, Jallanges, Seurre y Souvans fueron los lugares que, al recorrerlos, fueron la oportunidad para hacernos conscientes de que somos llamados por nuestro nombre.
El jueves 25, Chalon, Cluny y Taizé pusieron fin a nuestra peregrinación misionera. Llamados por Dios por nuestro nombre, lo somos en su Iglesia y para los demás, testimoniando comunión y fraternidad.
Testimonios de la Peregrinación a las Fuentes |
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Isabel Rodríguez Pita |
José Luis Macicior |
Marta Avendaño |
Isabel |
Sor Diana |
Isabel Rodríguez Pita
¿Y quién es Ana María Javouhey?
Una pregunta que me han hecho muchas veces. Yo respondía: la fundadora de mi cole, una religiosa, un icono en la liberación de los esclavos… Pero, ¿quién es Ana María realmente?
En este viaje hemos descubierto, no sólo su vida, sino un carisma y un espíritu único que hacen a la Congregación de San José de Cluny un lugar especial.
Aunque el viaje podría parecer una visita turística ha sido mucho más que eso. Ha sido una oración constante de la mano de nuestra fundadora.
Yo dejé el colegio hace 4 años y volví a unirme a los grupos de jóvenes a través de la JMJ, en la vida pensaría que me iba a meter en una furgoneta con otras 7 personas durante 14 horas para ir a un pueblecito perdido de Francia y chapurrear francés para poder escuchar la historia que me habían contado 50 veces en el colegio. Pero ha sido un viaje entretenido con las mejores personas conociéndolas mucho mejor, a un pueblo rural de Francia precioso para descubrir de nuevo la historia de la persona por la que vivo la fe además de poder recuperar el francés que había estudiado hace 4 años. Y a pesar de haber oído tantas veces su biografía en mi época de colegio, tener la oportunidad de recorrerla y escucharla de otras personas me ha hecho entender mucho mejor el carisma Cluny.
La generosidad con la que se nos ha acogido, ha sido impresionante, no sólo las hermanas de Chamblanc, sino todos con los que nos hemos encontrado: la dueña de la casa de nacimiento de Ana María, la Iglesia de Souvans, la Abadía de Cluny, las Clarisas de Monzón… y Ana María estaba presente siempre de alguna manera.
Necesitaría un tiempo para reposar todo lo que ha pasado, pero mi momento preferido ha sido poder rezar donde ella rezaba. Sobre todo porque pensé que no íbamos a tener mucho tiempo para la oración. En cambio hemos hecho unas oraciones increíbles que me han tocado mucho y que volveré a repasar de vez en cuando.
¿Y quién es Ana María Javouhey?
Un día que estaba mirando las antenas del pueblo (como buena teleco que soy) me dio una idea Sor Diana… Ana María es una antena que nos ha dejado Dios en la Tierra y nosotros como receptores de su mensaje debemos comunicarlo a todo el mundo y hacer que la «señal» de Dios llegue alto y claro a todos. Si ha durado 200 años este mensaje, ¿porqué no 200 más? Seamos antenas como Ana María y transmitamos el mensaje de Dios como hizo ella.
Muchas gracias por este viaje, realmente ha sido una experiencia inolvidable y espero que pronto pueda volver a Chamblanc con otros para enseñarles la vida de una persona que ha cambiado mi historia.
José Luis Macicior
«ALCÀNZANOS UN CORAZÓN COMO EL TUYO»
Confieso que hasta hace un par de años le tenía una ojeriza inexplicable e inmerecida a la beata Ana María Javouhey. Igual se debía a haber escuchado tantas veces su nombre o visto su cara en cada clase porque, desde luego, no era por conocerla bien.
Digo “hasta hace un par de años” porque comencé a reconciliarme con ella según se acercaba el fin de mi etapa escolar. Tuve, tengo y tendré una relación muy especial con el colegio San José de Cluny, pero siempre había estado más atravesada por la devoción a mi santo tocayo que por el reconocimiento a la valiosísima obra de la fundadora de un proyecto tan guiado según ”la Santa Voluntad de Dios”.
Sin embargo, cuando comprendí que llegaba mi hora de abandonar el colegio que tanto me había dado, me vi tan sobrepasado por todo aquello por lo que quería dar las gracias que mi agradecimiento se proyectó en todas direcciones –hacia Dios, a mis profesores, a mis amigos, a San José, a mi familia…– hasta topar con Ana María. Fue entonces cuando comencé a (re)valorar la grandiosidad de su proyecto, empezando por la parte “experimentable” (las misiones, la labor educativa y, en resumen, todas las actividades de la congregación que se acogía a su amparo) hasta llegar a la más “admirable” (la actitud, los hitos y hazañas y, en definitiva, la vida de Ana María Javouhey).
Por mi relación personal con Ana María y con Cluny, este viaje a Chamblanc ha sido muy especial. Lo ha sido ya no solamente por las risas, las oraciones, los preciosos parajes de la campiña francesa, la convivencia en la furgoneta, la agradabilísima acogida, las conversaciones bilingües y las centenares de preguntas de toda índole; sino que, además de por todo ello, ha sido especial porque me ha hecho asombrarme y empatizar todavía más con Nanette, aquella niña de tanto carácter como ganas de hacer las cosas para agradar y obedecer al Señor. Y es que ¡Ana María también fue una hija que se peleaba con sus padres, que podía resultar un poco cabezota y, sobre todo, que rogaba a Dios para que le revelase qué quería de ella!
Rezar en los mismos lugares en los que lo hizo la niña a la que tanto le debo, conocer a gente tan apasionada por la primera mujer misionera de la historia, entender la biografía detrás de la libertadora de cientos de esclavos y entrar en contacto estrecho y directo con el carisma que movía su corazón (y sigue moviendo los de tantas otras personas hoy) ha sido una experiencia preciosa y muy emocionante que difícilmente voy a olvidar.
Le estoy muy agradecido a Dios por haberme regalado un viaje que más que turismo ha sido una verdadera peregrinación. Una peregrinación que no ha terminado, sino que nos envía a contarles a todos “lo que hemos visto y oído” para que, como nosotros, se acerquen a conocer a Dios a través de ”un corazón apasionado por la Voluntad de Dios, abandonado a su amor a pesar de todas las dificultades; un corazón fuerte y bueno, ardiente y puro, leal y fiel, humilde y confiado; un corazón dispuesto a todos los sacrificios; un corazón semejante a los de Jesús, María y José”, el corazón de la ya muy querida por mí beata Ana María Javouhey.
Marta Avendaño
«Un carisma que descubrir»
Estando en la JPJ me vino el padre Ethan, del Corpus Christi, a preguntar por la vida de Ana María Javouhey. En ese mismo momento me di cuenta que la excusa de que era nueva ya no funcionaba, llevaba 5 años en el colegio y aún no me sabía la historia de nuestra fundadora. Meses después, llegó Diana proponiendo un viaje hacia los lugares más importantes y destacables de la vida de Ana María, y yo pensé “¡Esta es mi oportunidad!”. Y, aunque al principio parecía que no iba a salir, el lunes 22 me ví, a las 6:15 de la mañana, metida en una furgoneta con unos amigos de grupo de jóvenes, una religiosa(¡que NO monja!), y una joven moza, que daba la casualidad que era mi madre…
Nunca creí que un viaje de 14 horas se me pasaría tan rápido y que me lo pasaría tan bien. Entre pulseras, horas de la verdad, bingos, ahorcados, tres en raya, y juegos de cartas, se nos pasaron las horas volando, y a Chamblanc llegamos.
¡Y cuántas gracias doy por haber ido! Porque una cosa es conocer la historia a través de libros (cosa que yo ni siquiera había hecho), y otra muy diferente, es poder oler el campo donde ella entendió a lo que estaba llamada a ser, tocar el tambor con el que ella avisaba a sus amigos para hablar de Dios, rezar en el lugar donde ella rezaba…
Son muchas las pequeñas cosas que han hecho de este viaje algo inolvidable; Marie Pierre(también conocida como María Pedra), Alette, los franciscanos, la música de Disney en el coche, las cicatrices de jugar al tótem, la comunidad monástica cristiana ecuménica de Taizé, Chalon, Cluny, …
Pero ha sido el carisma de San José de Cluny, el carisma de la propia Nanette, lo que ha sido un descubrimiento tan grande que me lleva a querer seguir descubriendo y aprendiendo de esta gran beata (y esperemos que próximamente santa).
Isabel
«Da igual quién me lo pida, lo importante es la misión.»
Di gracias porque este grupo tan heterogéneo quisiera aceptar mi propuesta de acompañarles, especialmente por mi hija Marta. Este era su espacio y no quería suponer un obstáculo para ella. Pero me dijo «sin problema», con una confianza ciega, como el resto del grupo. Y así comenzó uno de esos viajes de aprendizaje que te transforman, que te hacen ser consciente de por qué has decidido poner a los que más quieres en manos de una congregación de la que poco conoces, pero que percibes al Señor en medio de ella.
Y así, guiados por la Hermana Diana, fuimos en búsqueda del espíritu de Ana María Javouhey, fundadora de esta congregación de San José de Cluny, por tierras francesas. Aquí supimos de su firme voluntad de seguir al Señor, aún en contra de los deseos paternos o de los intereses poco cristianos de algún obispo rencoroso. También nos sorprendimos de la capacidad de Ana María, viajando en barco durante meses, con el resto de hermanas, para llegar a costas africanas y luchar contra la esclavitud. Me llevo muchas anécdotas de mis compis de viaje, pero sin duda, el mayor tesoro ha sido la frase de Ana María, que sin querer me ha hecho encontrar el camino «da igual quién me lo pida, lo importante es la misión«.
¡Gracias, Señor, por poner este Colegio en mi camino!
Sor Diana
Peregrinos de esperanza
¡Qué gran oportunidad y qué regalo el de poder acompañar a algunos de nuestros Jóvenes Misioneros Cluny y poder ser testigo de las maravillas que Él hace en cada uno de nosotros!
Creo que puedo permitirme gritar en verdad que… ¡Somos testimonio de esperanza porque hemos aprovechado la ocasión de acercarnos a beber de la Fuente que hace original el carisma que Dios ha iniciado en su Iglesia con Ana María Javouhey!
Me pongo a escribir algo de lo que me traigo de esos cinco intensos días y solo puedo hacerlo entre exclamaciones.
¡Claro que impresiona estar donde todo empezó! Lágrimas al saberme en el dormitorio de AMJ o en el lugar donde tantas cartas escribió, estupor al saberme rezando en el mismo rincón en el que ella mantenía largas conversaciones con el Padre – a expensas de su padre –, emoción al recorrer los caminos y campos que le permitieron valorar la importancia de sembrar semillas tanto en la tierra como en los corazones… ¡Maestra buscadora de la Voluntad de Dios para llevarlo a lo práctico y a lo necesario!
Y sin que nos diéramos mucha cuenta… cada uno de nosotros, esto, lo íbamos experimentando in situ.
¡Qué caras de perplejidad de aquellos que veían un grupo de jóvenes acercándose, acompañados por una Hermana de hábito, como peregrinos sin buscar un turismo entretenido y lúdico! ¡Qué miradas alegres de las Hermanas de Chamblanc que al darnos los buenos días agradecían lo acompañado que estaba el Señor, cada noche, esos días! ¡Qué sorpresa las de aquellos que nos iban abriendo las puertas de las Iglesias francesas, cerradas, al oírnos cantar nuestro “Con tu voz”!
¡Hemos sido testimonio de esperanza! Y… ¡Somos testimonio de esperanza porque nos dejamos liberar por Él para, como Ana María, colaborar en la liberación de otros! ¡Volvemos con el corazón fortalecido en la intención de ser parte de la Luz que no se apaga! ¡Que el Señor nos la mantenga y alimente porque esa es su Voluntad!